Quiero compartir mi historia. Soy una chica corriente, de 24 años, ni fea, ni guapa, pero con un toque especial. Me casé a los 18 con el chico más lindo de la universidad por amor mucho amor y mis amigas estaban celosas de mí.
Después de la universidad, pronto quedé embarazada por primera vez, luego la segunda, y así es que terminé encarcelada en casa, haciendo tareas domésticas y ocupaciones del hogar.
Con el nacimiento de los pequeños, de repente empezamos a tener problemas con el sexo o, mejor dicho, con mi esposo, o estaba muy cansado, o luego mi esposo no podía cuando estaban durmiendo nuestros hijos en nuestra habitación.
Después sucedió el caso cuando, durante el sexo, mi hija se despertó por mis gemidos y entró en la habitación, y se asustó aún más para tener relaciones sexuales, hasta el caso que teníamos que dárselos a mis padres o a los suyos, lo que rara vez sucedía, y cuando sucedió, él prefería jugar en la computadora o beber whisky con amigos.
Mis deseos de sexo constantes
Yo, por el contrario, comencé a querer sexo constantemente, ya que era la única salida en la prisión donde vivía.
En el trabajo, a mi esposo le iba bien, a excepción de las reuniones regulares con colegas después de un día de trabajo, comenzó a venir borracho con más frecuencia, los fines de semana servía whisky en casa para relajarse e inmediatamente se dormía, y durante los últimos 2 años tenía que masturbarme cada vez más a menudo.
En general, comenzó una vida familiar normal. Un amigo me aconsejó que tuviera un amante, pero todos mis tímidos intentos terminaron en un fiasco, bueno, no pude comenzar una relación con un extraño de inmediato.
En el verano, durante la cuarentena, nos mudamos a la casa de campo de mis padres y mi esposo comenzó a renovar el apartamento.
El verano fue bueno, caluroso, sexy, finalmente me relajé con calma, tomé el sol y descansé, me ayudaron con los pequeños, podía tumbarme tranquilamente al sol y tomar el sol como quisiera, por el estado de ánimo a veces me quitaba la parte superior, enrollaba mis braguitas para que mi cuerpo se bronceara al máximo, y captara las miradas entusiastas de los hombres que sin querer lo veían…
Todavía estaba cargada de deseo sexual, mi esposo estaba nervioso todo el tiempo por las reparaciones y el trabajo y constantemente aliviaba el estrés con whisky, e incluso mi papá comenzó a prestar atención a la situación que vivía con mi esposo, aunque el no se emborrachara, siempre se portaba decentemente frente a las personas y era grosero solo cuando estábamos solos, me maltrataba cuando le pedía algo.
Al fin lejos de mi esposo
Bajo el sol y la comodidad de mis padres, poco a poco recuperé mis sentidos, mi cuerpo quería amor, placeres como antes, ya que me había olvidado de los placeres del sexo con mi esposo, dejé de esperar el sexo y comencé a masturbarme constantemente para aliviar estrés.
Un día, mi madre necesitaba ir a la capital para ver a un dentista, mi esposo la llevó por la mañana y se suponía que regresarían solo después de 2 días, cuando a él le tocaba regresar para acá.
Pasé un buen día, finalmente tomando el sol tranquilamente en topless, porque cuando estaba de mi madre eran constantes reproches, mi padre cuidaba a sus nietos, jugaba con ellos y me atendía sin molestarme, traía fruta, agua, helado, ayudando para hacer mis vacaciones más cómodas.
Por la noche, me despertó un buen apetito sexual y, después de dejar a los pequeños en la planta baja, fui a comer barbacoa y beber vino con papá, charlar con él sobre esto y aquello como antes.
Comenzar a masturbarme para terminar siendo infiel a mi esposo
Habiendo disfrutado de la velada, un poco animado con el vino, subí a mi segundo piso, mi estado de ánimo era bueno, me acosté en la cama y comencé a ver la televisión en un estado de relajación, por suerte, había escenas de sexo en una película que me excitó enormemente y yo, después de haberme desnudado por completo, para no quedar completamente fría, me puse a ver la película mientras comenzaba a acariciarme suavemente, olvidándome de las preocupaciones, regocijándome de que mi esposo no estaba cerca esa hermosa noche, siempre bebiendo y durmiendo, con su minuto sexo para su satisfacción una vez al mes.
Mientras me masturbo, a veces me admiro en el espejo, me gusta verme cuando me toco, empiezo a tomar diferentes poses y, para el ánimo, mirar desde afuera cómo me veo acariciándome en estas poses.
Esta vez quería estar a cuatro patas, tomé en cuatro, enterré mi cabeza en la almohada y comencé a acariciarme, poco a poco me fui excitando cada vez más.
Me acaricié, gemí un poco de placer en la almohada, porque hacía mucho tiempo que no lo hacía y de repente en el espejo vi que mi padre estaba parado en la puerta y mirándome con sus ojos abiertos.
Grité y me arrastré bajo las sábanas con la cabeza caliente, pero de vergüenza. Incluso cuando escuché la puerta cerrarse, todavía tenía miedo de salir de debajo de las sábanas por la vergüenza.
Pensé que papá se había ido, pero de repente sentí que se sentó en la cama y le dio unas palmaditas en el trasero con la mano y dijo que saliera de las sábanas, que teníamos que hablar.
Menos mal que estaba oscuro. Saqué la cabeza, llena de vergüenza, mis bragas, top estaban tiradas en el piso y no podía tomarlas sin salir de debajo de las sábanas.
Papá me acarició y dijo:
– Solo quería hablar sobre eso cuando venía para tu cuarto.
– Hija, noté que durante un mes que estuviste en la casa de campo, tu cama nunca crujió y nunca escuché sonidos de tu habitación, ¿qué hay de ti y tu esposo?
Por vergüenza por la masturbación, y por resentimiento hacia mi esposo, quien me trajo a esta situación, comencé a llorar y a contarle a mi papá lo que nos pasaba.
Papá me abrazó mientras yo lloraba y comencé a calmarme, y le expliqué todo como estaba pasando, que mi esposo no me da placer sexual desde hace 2 años, que como máximo una vez al mes, y aun así, sucede solo si yo misma empiezo, y que más da, ya me masturbo constantemente por eso.
Lloré mientras lo contaba, me abrazó, me presionó y se metió debajo de las cobijas también, para abrazarme más fuerte, olvidándose que estaba sin ropa. Me besó en la frente y en los ojos como antes cuando estaba chiquita, yo estaba complacida.
Mi papá termina consolándome y follándome
De repente, me di cuenta de que estaba acostada desnuda en un abrazo con mi papá, por alguna razón se me coló un pensamiento estúpido en la mente que, gracias a Dios, se esfumó rápidamente, en general, mis pensamientos se mezclaron… de vergüenza por lo que vio… con el placer de que estaba allí conmigo apoyándome.
Él preguntó, tal vez un divorcio, ¿por qué no consigues un amante?
Respondo: da miedo, es un problema, tengo miedo de confiar en un extraño y además, estoy en casa, ¿Qué tipo de amante? ¿Cuándo encontrarme y dónde?
Me empiezo a frustrar, pero el me tranquiliza, besa mi frente diciendo que soy la más hermosa, besa mis ojos diciendo que son los más hermosos, besa mis mejillas, chasquea mis labios… me siento bien… sigue diciendo que soy muy hermosa, besa mi cuello… hombros… y de imprevisto para mi besa cada uno de mis pezones…
Mi papá me come el coño inesperadamente
Eso me congelo… y sigue moviéndose besándome más abajo… más abajo… tengo miedo de respirar… él dice no te preocupes hija, papá te ayudará y te dará lo que falta.
Ya se ha quitado la manta y veo como se acerca a mi coño besando mi vientre. Ya no respiro y él, mirándome a los ojos, toca mi coño con sus labios y siento el calor de sus labios ahí donde nadie ha tocado, besado desde hace mucho…
Siento una lengua húmeda abriéndose paso entre mis labios… he inesperadamente para mí, una ola de éxtasis me cubre por completo de la cual me arqueo y grito, sintiendo un placer muy rico e incontrolable, sin poder resistir, agarro a mi papá por la cabeza y lo presiono más fuerte contra el coño.
Me embarga el placer y me olvido de todo, no tengo que portarme decentemente con mi papá si tengo un marido lleno de complejos y que no me complace.
Me quito la vergüenza y cualquier tipo de freno, me doy la vuelta boca abajo y sustituyo mi coño por mi culo, tenía mucho tiempo deseando que me comieran no solo el coño sino también el culo, algo que me mata y me vuelve loca.
Mi papá no se detiene, sigue lamiendo más y más, pero en el espejo veo como se quita los calzoncillos y de ellos cae una enorme y jugosa polla, siento sus manos sobre mí y una excitante, morbosa y dura entrada de su pene dentro de mí, grito de placer sintiendo como me llena por completo con un enorme pene prohibido.
Me folla furiosamente, con un pene grueso y grande, de unos 22cm, mucho más grande que el de mi marido.
Dándome cuenta de que esto no es un sueño y que tal vez sea la única vez que puedo disfrutar de algo así, los sonidos nuestros cuerpos chocando como aplausos me vuelven loca, cada vez más…
La verga de mi papá me hace venir
Hasta que ya no puedo más y me vengo… empiezo a tener contracciones y sacudidas involuntarias mientras mi papá sigue penetrándome y le lleno el pene con todos mis jugos que fluyen de mi coño y se deslizan por mis piernas, de repente grita y cae sobre mí, siento como termina pegándose a mí, siento la esperma fluir dentro de mí, se estremece por completo, y gime.
Después de acostarse por un minuto, se levanta y lo miro fijamente a los ojos, el placer y la vergüenza se apoderan de ambos.
Y de nuevo hago lo que nunca permitiría con mi esposo, me arrodillo y tomo su pene colgante en mi boca, del cual gotea esperma, y mi jugo y empiezo a chupar, poniéndolo completamente suave en mi boca, mientras lo disfruto.
Después de que nos acostamos abrazados, me pidió perdón, yo también, nos avergonzamos de nuestra debilidad y placer, después de hablar la mitad de la noche nos quedamos dormidos.
En la mañana me despertó un ruido en el primer piso, me desperté y vi a papá yo durmiendo junto a él con el resplandor de la mañana, vi su verga, la toqué suavemente, la acaricié y se puso dura, papá estaba roncando dormido, así que decidí no para despertarlo.
Con cuidado me subí encima de él y lo puse dentro de mí, nuevamente me embargó la dicha y comencé a saltar sobre mi padre dormido, quien aparentemente pensó que todo era un sueño. La sensación de sus manos apretando mi pecho nuevamente me embriagó y me di cuenta de que sería permanente ahora él, quien me satisficiera en todas mis necesidades sexuales.