Mi esposo tiene un trabajo muy demandante. Es cirujano en el hospital y casi nunca tenemos sexo duro porque está demasiado ocupado o porque está demasiado cansado. De hecho, había momentos en que en medio de la noche recibía llamadas sobre alguna emergencia que debía atender y si estábamos en medio de una follada teníamos que parar. Yo solo tengo 23 años, él tiene 26. Estamos en pleno apogeo de nuestra vida sexual y no podemos disfrutarla.
No sé si es normal, pero a esta edad todo lo que deseo es sexo duro, sexo duro, sexo duro… Pero mi esposo, le daba más importancia a su trabajo y eso me hacía sentir frustrada.
Cuando él pasaba la noche en una cirugía, cualquier intento de mi parte para tener sexo inútil. Estaba demasiado cansado como para prestarme atención. Por esta razón, un día fui a la tienda y compré algunos juguetes para satisfacerme yo misma. Sin embargo, no hubo un resultado tan positivo. Lo que yo ansiaba en realidad era tener el aliento del algún hombre en mi cuello, mientras me empuja su pene contra mi coño.
Yo estaba enamorada de mi esposo y por eso lo visitaba en su trabajo para un polvo rápido de vez en cuando. No quería serle infiel. Pero estaba desesperada por tener mucho sexo duro.
Mi esposo no está para darme sexo duro
Ayer mi esposo estaba en la cirugía más importante de su carrera y llevaba más de 24 horas en el quirófano. Hacía más de dos días que no habíamos follado y mis hormonas estaban enloqueciendo.
No aguanté más y fui hasta su trabajo con la excusa de llevarle algo de ropa y de comida. Tuve que esperar un rato antes de que pudiera salir y cuando entró en su consultorio corrí a bloquear la puerta con seguro para tener un rapidin con mi marido.
Amor, fóllame, quiero que lo hagas, mete tu pene dentro de mi vagina. Le dije en un tono suplicante.
Me comencé a desvestir rápidamente para que se motivara. Cuando expuse mi coño bien afeitado vi que sus ojos brillaron (sabía que le encantaba verlo así).
Bebé, tengo que volver al quirófano. Me dijo y su rostro parecía muy cansado.
No dejé que siguiera protestando, besé sus labios y saqué el pene de sus pantalones. Todavía no estaba erecto. Pero, esto era fácil de solucionar con una mamada. Lo metí en mi boca y succioné como sabía que le encantaba. Después, lo introduje una y otra vez para que chocara con la pared de mi garganta.
Ya está, lo había logrado, estaba erecto y dispuesto para mí. Mi esposo estaba demasiado cansado como para follarme, así que tuve que hacer todo el trabajo yo. Me subí sobre él y antes de que su pene entrara dentro de mi vagina, separé mis labios vaginales con la mano izquierda.
Justo cuando la cabeza de la polla estaba entrando, escuchamos una voz a través de la puerta diciendo que debía volver al quirófano inmediatamente porque había un inconveniente.
Estaba desesperada por tener sexo duro
Joder, no había podido lograr que mi esposo me diera sexo duro.
Volví a casa y en la puerta me estaba esperando un técnico que había contratado para algunas reparaciones que había que hacer. Había olvidado por completo que vendría.
Buenos días, señora, casi me iba hace más de 20 minutos que estoy esperando aquí. Me dijo el chico.
Me disculpé y lo llevé adentro para mostrarle lo que debía hacer. Lo dejé en la cocina y le dije que después pasar al baño para que arreglara las tuberías del lavamanos. Mientras tanto, yo me fui a la tina para relajarme un rato, pero me quedé dormida.
De repente, me despertó un suave toque en el hombro. Me desperté exaltada porque no lo esperaba.
Señora, dijo que viniera a reparar las tuberías aquí. Me dijo el hombre, pasándome una toalla con su cara mirando hacia otro lado.
Tomé la toalla sin envolverla en mi cuerpo y cuando el pensó que estaba cubierta volvió su mirada a mí. Tenía mi cuerpo completamente desnudo frente a sus ojos.
Inmediatamente, su polla se asomó entre sus pantalones. Se había puesto dura y eso me excitaba.
Sin decir nada me acerqué a sus labios y los besé. Él se apresuró a quitarse la camisa y yo me arrodillé para sacar su pene de ese pantalón.
Suavemente, lo empujó dentro de mi boca. Con sus manos acariciaba mi cabello, yo seguí succionando su polla e introduciéndola hasta mi garganta.
Como no quería que se corriera tan rápido lo llevé hasta mi cama. Me acosté con las piernas abiertas y expuse mi coño húmedo.
Tuve sexo duro con el reparador
El hombre se acercó hasta los labios de mi coño y me hizo gritar de éxtasis. Sus bigotes rozaban contra mi piel y era una sensación jodidamente placentera. No pude controlarme, empujé su cabeza con mis manos y piernas para que su boca se enterrara profundamente en mi coño. Su rostro se salpicó por todos lados con los líquidos de mi orgasmo.
Él no se detuvo, subió hasta mis tetas y con agilidad chupó y mordió mis pezones. Cuando hacía esto, usé mi mano para tomar su pene duro y conducirlo hasta mi vagina.
Su pene entró dentro de mí y me hacía gemir de placer. Tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros para llegar tan profundo como ningún otro hombre lo había hecho.
Fóllame, más fuerte, papi, más duro, dame sexo duro. Esto gritaba y gemía por su polla.
Me dio la vuelta y me puso en posición fetal para entrar desde atrás. Al mismo tiempo utilizaba su mano para frotar mi clítoris. Eso fue más de lo que pude soportar, nuestros cuerpos se tensaron y los dos tuvimos un orgasmo al mismo tiempo. Sentí como su semen llenada dentro de mí.
Eso fue sexo salvaje, señora, veo que le gusta el sexo duro. Me dijo mientras se vestía. Tome mi tarjeta, vuelva a llamarme cuando sus tuberías estén empapadas. Continuó con una mirada pícara.