Sexo inesperado con mi hermano

¿Sexo inesperado?.. ¿Realmente es sexo inesperado cuando lo haces con tu propio hermano? 

Hacía unos meses que mi hermano se graduó de la universidad y encontró la oportunidad de su vida con una propuesta laboral, justo en la misma empresa en que yo estaba trabajando. 

Me alegré mucho al recibir la noticia. Por fin vería una cara familiar en el trabajo y tendría a alguien que me apoyara cada vez que lo necesitara. 

Pasaron los meses y todo iba muy bien. Mi hermano Carlos, se estaba desempeñando muy bien y aunque acababa de llegar había rumores de que los jefes estaban planeando en darle un ascenso. 

Cuando los otros trabajadores con mayor antigüedad se enteraron, inmediatamente lo repudiaron. Sentían celos de su éxito y creían que Carlos no lo merecía. Escuché por todas partes malos comentarios sobre mi hermanito. Eso me hacía sentir mal, porque sabía cuánto se había esforzado para lograr sus metas. 

¿Cómo es que esta situación pasó a convertirse en una escena de sexo “inesperado”? Bueno… Una cosa llevó a la otra… Otra llevó a la otra y así nos vimos envueltos en una trama de lujuria e incesto. 

Mi hermano, yo y una escena de sexo inesperado después del trabajo 

Empecé a ver que la situación le afectaba a Carlos y que ya no era tan productivo y yo también estaba afectada por los malos comentarios y ya no los soportaba. El día que tuvimos sexo inesperado, todo empezó por una pelea que tuve con una compañera de la empresa. 

Iba camino a la cafetería de la empresa por un bocadillo, cuando de repente descubro a algunas compañeras hablando mal de mi hermano. Me dejé cegar por la rabia y me abalancé sobre ellas como un animal protegiendo a alguien de su manada. 

Se armó todo un alboroto. Vinieron otros compañeros y mis superiores, quienes lograron calmar la situación.

Siempre he sido muy mala para las peleas, así que nunca las gano. Cuando la adrenalina del momento empezó a bajar me doy cuenta de que me había reventado la nariz y sangraba mucho. 

Mis jefes le pidieron a mi hermano que me llevara a casa y nos dieron el resto del día libre para ir al doctor y así fue. 

Nunca había pensado en mi hermano como hombre… Así que sí… Realmente eso fue sexo inesperado 

Llegamos a mi departamento y mi hermano atendió mis heridas con cariño. Bebimos un poco de vino para pasar el trago amargo de la situación y sin darnos cuenta había llegado la noche. Ambos estábamos un poco pasados de copas. En realidad, yo casi no podía ni caminar. 

No sé cómo pasó, pero de un momento a otro la conversación cambió de tema al sexo. En medio de la charla, vi cómo el pene de mi hermano se puso erecto él me mostró y sin pudor me dijo que lo tenía muy sensible porque nadie le ayudaba a sacarle la leche desde hace tiempo. 

Ambos reímos y llegamos al acuerdo de que lo ayudaría a drenar “ese semen”, que sería solo por hoy, como un experimento. Que luego de esa noche, diríamos que no recordamos nada y no volveríamos a hablar del asunto. 

Acercamos nuestras caras. Él tomó mi cabeza con sus grandes manos y llevó su boca a la mía. Nuestros labios chocaron y nuestras lenguas se movían con ritmo, luchando por el dominio del otro. 

Mi vagina estaba muy mojada y su pene se sentía tan duro como un palo de madera. Carlos tiró mi cabeza hacia atrás, jalándome por el cabello. Desabrochó mi blusa y bajó desde mi boca hasta el cuello, dando lamidas y mordiscos. 

Mientras tanto, yo desabroché sus pantalones y deslicé mis manos dentro de su ropa interior sacando ese bulto tan apetecible que se había formado. Carlos Jadeaba y sentí cómo su respiración se aceleraba. 

Sexo inesperado con la polla de mi hermanito menor 

Tomé su polla entre mis manos y aunque el seguía en lo suyo, la apreté un poco, deslizando hacia arriba y hacia abajo. 

Él me quitó el sostén y lo retiró de mí junto con mi blusa. Se detuvo unos segundos a admirar mis pechos. Me veía como una bestia a su presa. Volvió a acercarse, pero esta vez se vino directamente sobre mis pezones para chuparlos y morderlos. 

Fuimos a la cama y allí me tumbé trayéndolo encima de mí. Carlos volvió a mis pezones y los chupaba al mismo tiempo que deslizó su mano dentro de mis pantis. 

Oh Carlos, eso es asombroso. Sigue adelante. Le dije excitada. 

Su mano se movía rítmicamente sobre mi clítoris y aplicaba una suave fuerza con su boca para morder mis pezones. Eso se sentía tan delicioso que mi cuerpo se retorcía de placer. 

No soporté más y lo empujé a la cama, para quedar encima de él. Me quité lo que me quedaba de ropa y sin pudor me senté sobre su polla. 

Lo hice como una salvaje. Subí a arriba y abajo, como si su pene fuera un trampolín. Él me tomaba de la cintura y me ayudaba para no perder el ritmo. Por supuesto, el volumen de nuestros gemidos aumentaba paulatinamente. 

  • Follame, follame más fuerte. Me dijo jadeando. 

Sus palabras me hicieron aumentar el ritmo y empujaba con más fuerza para que la punta de polla tocará el cuello de mi útero. Su mano se acercó a mi clítoris y lo masajeaba para aumentar mi dosis de placer. 

Sexo inesperado con mi hermano

Así terminó la noche de sexo inesperado con mi hermano…

Sentí que su polla estaba lista para explotar, pero quise hacerlo esperar un poco más para eso. Me detuve y me desmonté, para ponerme en cuatro patas y que ahora fuera él quien cabalgara sobre mí. 

Carlos se subió encima de mí. Frotó la cabeza de su pene en mi raja y con cuidado lo introdujo en mi húmeda vagina. Ahora yo era su yegua y él mi llanero solitario. 

Mi hermanito comenzó a moverse cada vez más rápido y como yo quería llegar al clímax rápidamente, me frotaba el clítoris imitando su ritmo. 

  • Así es como lo debes hacer. No pares. Así es jodidamente perfecto. Le dije casi gritando y gimiendo. 

Sus movimiento se aceleraron y se volvieron más bruscos, por lo que supe que su leche estaba a punto de inundarme por dentro. Mi orgasmo también se estaba apresurando y llegó antes que el suyo. 

Mis líquidos se desplazaron por mi cuerpo y por el suyo, mis caderas se retorcían y mis gemidos eran tan fuertes que pronto alguien llamaría a la puerta preguntando si todo estaba bien. 

  • No la desperdicies, échame tu leche en la boca, quiero probarla. Le dije en medio del éxtasis. 

Me volteé y sin pensarlo me acerqué a su pene y lo puse en mi boca. Solo tardé unos segundos en lograr que se viniera. Toda su leche se disparó a lo más profundo de mi garganta. 

Estábamos tan borrachos que unos minutos después de esto nos quedamos dormidos y al otro día hicimos exactamente lo planeado… Fingimos que no había pasado nada… Que no habíamos tenido sexo inesperado.