¿Alguna vez has tenido sexo menstrual? Sí… como lo estás leyendo, ¡Sexo menstrual! Es ese sexo que tienes mientras estás en tu período, pues si no lo sabías es totalmente normal que una mujer tenga sexo mientras menstrua. En esta ocasión les voy a contar la historía de como cogí con mi novio durante mis peores días menstruales, para que se hagan una idea de cuánto pueden disfrutar convirtiendo esos días de dolor, en días de placer.
Mi historia comienza con unos horribles calambres abdominales. Desde niña, cuando llegó la menarquía, mi periodo ha sido irregular y extremadamente doloroso. A tal punto de que tengo que alterar todo mi día, porque solo puedo estar viendo recostada en mi cama.
Cierto día había quedado con mi novio César de ir a ver una película en su apartamento, y pues ya saben, tener mucho sexo. Pero, mi período se adelantó para arruinar nuestros planes.
Cuando lo llamé para cancelar todo, traté de explicarle mi horrible situación, pero no me dio oportunidad de hacerlo. Apenas dije que me sentía mal, César me interrumpió diciendo que pronto llegaría a mi casa con unos calmantes y helado para consentirme.
Sé que eso es justamente lo que muchas mujeres esperan de un hombre. Sin embargo, en ese momento me sentía muy mal y únicamente quería descansar. Aun así, me arreglé lo mejor que pude y me dispuse a esperarlo mientras llegaba. Para entonces todavía no pasaba por mi cabeza la idea de tener sexo menstrual con mi novio.
Mi novio alivió mis dolores de vientre con mucho sexo menstrual
Después de un rato César llegó con un ramo de flores, café con crema, helado y mucho chocolate para mí. Cuando lo vi con todo eso mis calambres fueron olvidados por unos minutos y recordé que por eso me tiene tan enamorada.
Nos acomodamos en la habitación para ver películas. Yo me había tomado los calmantes, pero al parecer no habían hecho efecto; por eso me retorcía de dolor acurrucada en el pecho de mi novio.
Él buscó en su teléfono por Google cómo hacer para ayudarme y encontró que había algunos masajes que podían ayudarme. Rápidamente, me pidió que me recostara en la cama y con un aceite calmante que yo tenía guardado, inició con los masajes que ensañaban en internet.
Sus manos deslizaban por mi cuerpo deliciosamente y no sé por qué además de aliviar el dolor también lograron que me excitara. César se dio cuenta y juguetón se quitó la ropa supuestamente para sentirse más cómodo.
-¿Qué haces amor, sabes que no puedo tener sexo en este estado?
-Lo sé mi amor, solo me estoy acomodando para darte mejor el masaje.
Por supuesto, yo sabía sus intenciones, nadie lo conocía mejor que yo. Mis pensamientos me llevaban a desear su polla metida en mi vagina, pero mi lógica me recordaba que eso podría hacer empeorar el dolor.
Pese a ese debate en mi mente, solo me dejé llevar. Los masajes de César se extendieron, ya no eran solo en el vientre, sino que ahora iban por los brazos y las piernas. De hecho, me dio la vuelta y masajeaba mis nalgas (era gracioso porque no tenían que ver con el periodo).
Mi novio fue el mejor remedio para los dolores menstruales
Mi vagina se humedeció mucho y empezaba a dilatarse. Mi novio se subió suavemente encima de mí poniendo sus carnosos labios contra los míos. Era una delicia sentir su respiración caliente en mí. Nuestras bocas chocaron y acariciamos nuestras lenguas, cada vez nuestras caricias se volvían más rápidas y violentas.
No pude soportar más y fui hasta su polla con mis manos para sacarla de su bóxer. Sentía demasiado húmeda mi vagina y ya no podía distinguir si era por la sangre o por la lubricación.
Empujé a César dejándolo debajo de mí. Con mi boca recorrí su cuerpo desde sus labios hasta llegar a su pene. Lo saqué de los bóxer y como si fuese un preciado tesoro lo tomé entre las manos para acariciarlo, luego lo llevé hasta mi boca.
Hace años que somos novios, así que sé lo que debo hacer para excitarlo, por eso chupé como tanto le gusta, haciendo que se le escaparan unos excitantes gemidos y luciendo unos ojos de hombre bestial.
Cuando sentí que estaba a punto de explotar su semen me detuve bruscamente, ya que tenemos un pequeño juego entre nosotros, en el que nos elevamos hasta el punto del orgasmo, varias veces, pero luego detenemos la sensación para que al final se produzca más fuerte el orgasmo.
César se da la vuelta y ahora es él quien está encima de mí. Mis pezones estan hinchados por el periodo y necesitaban ser lamidos y acariciados, por eso empezó a darles todo su amor.
Bajó lentamente por mi vientre mientras me besaba y no apartaba su mirada de mi rostro. Pasó por vagina, dirigiéndome una mirada bestial. Besó mis muslos, luego la entrepierna y antes de intentar otra cosa con su dulce voz preguntó ¿puedo?
Sexo menstrual en el que mi novio prueba mi sangre
Inmediatamente, me sonrojé, pues nunca había tenido sexo menstrual, mucho menos había recibido sexo oral durante mis días de período.
César con mucho cuidado usó su lengua caliente y húmeda para probar mi monte de venus, hasta llegar al clítoris y darme mucho placer. Cada lamida que hacía era como una dosis de mi calmante personal, me hacía liberar tensiones y alejarme del dolor.
Paulatinamente, sus movimientos fueron aumentando el ritmo y con ello, también aumentó mi éxtasis y el nivel de mis gemidos. Mi espalda se arquea de placer y me olvidé de que tenía la menstruación porque con mis manos empujé salvajemente su rostro a mi cadera para que me diera más placer.
Mi lado salvaje apareció. Lo tomé por el cabello y besé con fuerza sus labios manchados de rojo por mi sangre.
-Nunca te lo había dicho, pero siempre quise tener sexo menstrual contigo, quería probar tu dulce néctar de aroma metálico. Me dijo tiernamente.
Esas palabras hicieron que más lo amara y surgió en mí la necesidad de que su pene estuviera dentro de mí.
Abro las piernas para que entre su polla dura a mi vagina. Él hace un movimiento rápido y fuerte para meterla, lo que hace gemir muy fuerte de placer y pedir a gritos que me diera más.
Hicimos muchas posiciones ese día de sexo menstrual y llegamos a un delicioso orgasmo que calmó todos mis dolores.