Explorando la posición 69

Mi nombre es Katia. Soy una mujer de 24 años, morena, de pelo largo y negro, soltera y a punto de graduarme en la universidad como abogada. Mi historía trata sobre él día que conocí la posición 69 con un compañero de clases. 

Cierto día estaba en la estación del metro como de costumbre, esperando el tren para volver a casa después de clases. Allí volví a ver a Gustavo, un chico que conocía desde niña porque había sido mi compañero de clase en la escuela y la preparatoria. 

Quería quedarme a conversar con él, pero no tuvimos tiempo de hacerlo. Apenas tuvimos oportunidad de intercambiar nuestros números telefónicos y nada más. 

En realidad, Gustavo era más que un excompañero de clases cualquiera. Me había sentado a su lado durante más de 8 años, compartíamos almuerzo, nos ayudábamos con las tareas y nos copiamos uno del otro durante los exámenes. No obstante, después de la secundaria cada uno tomó una dirección diferente y ya no nos volvimos a ver o siquiera a tener contacto telefónico. 

Mientras remuevo mis pensamientos, sentada dentro del tren, llegan a mi cabeza otros recuerdos sobre mis experiencias con Gustavo. En aquel tiempo éramos dos jóvenes cachondos y nos encantaba follar; pero también recordé que no nos follábamos entre nosotros porque a ambos nos encantaban las pollas. De hecho, vino a mi cabeza la vez en que participamos en un trío con Daniel, quien metía su polla dentro de Gustavo, mientras este me lamía el coño. Aquella vez tuve la sensación de Gus era más heterosexual que homosexual. 

Me gustaba mucho el sexo, pero todavía no había hecho la posición 69

También recordé todas las veces en que Gustavo me contaba cómo le encantaba cuando una polla vaciaba todo su semen dentro de él. Le encantaba sentir un trozo de carne tieso y caliente dentro del culo. 

Por mi parte, no tengo una preferencia sexual determinante. Puedo follar con hombres, mujeres, lesbianas, homosexuales o con cualquiera que me caliente lo necesario como para permitirle entrar en mi vagina. No obstante, por alguna razón siempre prefiero a las mujeres. Me excitan las chicas con pechos firmes, delicadas y de buen humor. 

Cuando llegué a casa marqué al número de teléfono que me dio Gustavo y concretamos vernos esa noche para cenar en un sitio que ambos conocíamos. Como siempre llegué antes que él. Me senté en una de las mesas y a mi mente volvieron a llegar los recuerdos sobre las aventuras sexuales que tuve con Gustavo en el pasado. 

De repente, mis pensamientos son interrumpidos por una voz alegre que me saluda. 

Hola, Katia. Es Gustavo que llega sonriente. Llegué hace un par de minutos, pero estabas ausente en tus pensamientos. Debes haber estado pensando algo cachondo. Lanza una mirada sugerente sobre mis pezones y me doy cuenta de que estaban rígidos asomándose por mi blusa.

-Es bueno que hayas venido, puedo ver que todavía no has dejado de conocerme tan bien. Le respondo sonriendo descaradamente. 

Por primera vez probé la posición 69

Él se ve más atractivo que antes, se ve más varonil. Llevaba unos lentes de diseñador, una suave y delicada camisa. Su rostro estaba adornado por una barba sutil y llevaba un reloj en su mano izquierda que parecía ser muy caro. Después de hacer este escaneo mutuo, nos sonreímos y nos alabamos el uno al otro. 

No sé por qué me ruboricé al sentir su mirada sobre mí. Era el Gus que me conocía muy bien, pero algo había cambiado en él, lo sentía más heterosexual que antes. 

Cenamos y hablamos de todo lo que nos había pasado en la vida. Luego quedamos en ir hasta mi departamento para seguir hablando y beber un poco de alcohol. En medio de la conversación, Gustavo me dijo que ahora sentía atracción por las mujeres también y que le encantaba hacer con ellas la posición 69. 

-¿Posición 69? ¡Hombre, tú sí que te has vuelto un experto en los temas sexuales! Yo todavía no he hecho la posición 69 con nadie. 

-No te preocupes, hoy te la enseño. Me dijo con una mirada pícara. 

Dos botellas de vino después, de un momento a otro, nos sentamos muy juntos en el sofá. Nos miramos profundamente y sin pensar nos dimos un apasionado beso. 

-Eres tan sexy como siempre, Katia. Me susurra al oído. 

En poco tiempo estamos desnudos, acariciándonos por todas partes. Nos tiramos en la cama y empecé a acariciar su musculoso cuerpo. Él me chupaba los pezones y masajeaba las tetas. Mientras tanto, su mano derecha se abrió paso entre mis muslos y acariciaba mis labios vaginales que estaban demasiado húmedos por la excitación. 

Mi amigo me sugirió darnos sexo oral mutuamente

 -Quiero lamerte el coño. Me dice en voz baja

Posición 69Hizo una maniobra que rápidamente nos puso en la posición 69. Él comenzó a mimarme el coño. Con sus manos me abre los labios rasurados y mete su lengua caliente en mi vagina. Yo también meto su polla en mi boca, masajeando su bolas afeitadas con las manos. 

Pronto la habitación se llena de nuestros gemidos y suspiros. Mi coño tiembla de lujuria. Gustavo sentía las contracciones de mi pelvis y lamia ansiosamente los jugos que emanaban de mí. 

Estaba tan excitada que no pude evitar un enorme orgasmo que dejó ver las estrellas y él tampoco pudo evitarlo. Nuestros cuerpos estaban convulsionando juntos. Después nos tumbamos en el sofá exhaustos. 

Recuperamos el aliento y nos besamos apasionadamente de nuevo. Nuestros cuerpos se frotan entre sí, su pene vuelve a ponerse erecto y mi coño vuelve a humedecerse. Él mete su pene dentro de mi vagina y rítmicamente lo mueve tocando el fondo de esta. Tras unos minutos llegamos al clímax otra vez. 

Nos metimos a la ducha juntos y aprovechando la lubricación que brinda el jabón, metí mi consolador en su culo, provocando que Gustavo gritara de placer. Cuando se corrió me abrazo y me dijo al oído que hace mucho tiempo que no experimentaba tanto placer.