Mi mejor amiga y compañera de trabajo se casaba en un par de semanas y se enteró de que su prometido estaba planeando una despedida de soltero con sus amigos (que también eran nuestros compañeros de trabajo). Todo pensé, menos que esa situación que llevaría a tener sexo con mi jefe.
Todos mis conocidos sabían que por las noches de vez en cuando me dedicaba a ser strippers. Por eso Daniela, mi mejor amiga me pidió que hiciera lo posible por colarme en la fiesta para que le dijera si su novio le era infiel esa noche.
Yo no me negué, porque de hecho, los chicos habían contratado el show de strippers ofrecido por la compañía en la que trabajo.
El día de la fiesta me vestí como de costumbre para dar mi show y debido a que la temática era de disfraces, usaba un antifaz y mis compañeros de trabajo no me reconocerían. Como era de esperarse, el homenajeado de la noche era Antonio, el futuro esposo de mi mejor amiga, por lo que todo giraba en torno a él. Por supuesto, todos los invitados eran hombres y las únicas mujeres que habíamos éramos las chicas del show de strippers.
La fiesta comenzó y no sucedía nada fuera de lo común, el lugar que habían elegido era el departamento de César, nuestro jefe.
Nunca imagine que tendría sexo con mi jefe esa noche
Aunque mi objetivo era tratar de hacer que Antonio callera en mis redes, en realidad me interesé en César. Siempre había parecido atractivo, pero esa noche, empecé a notar sus peculiares atractivos físicos, esos que no había tenido tiempo de notar mientas estábamos trabajando en la oficina.
Él tenía 20 años más que yo, pese a eso, tenía un atractivo sexual increíble. Estaba completamente en forma y tenía una barba blanca bien cuidada que lo hacía ver mucho más sexy.
Me olvidé completamente de la misión encomendada por mi amiga. Dejé a cargo del entretenimiento de Antonio a otra de las chicas del show y me fijé como objetivo conquistar a César.
Nos acercamos y bailamos un rato. Me preparó un trago y empezamos a hablar. Obviamente, se dio cuenta de quien era yo, así que se interesó por saber algunas cosas, como por ejemplo, cómo hacía para equilibrar mis dos trabajos.
Hablamos complacidamente mientras bailábamos y bebíamos. Después de que yo tenía varios tragos encima, me tocó el turno de dar mi espectáculo. Pero en lugar de hacerlo para el homenajeado lo hice para César. De hecho, eché un vistazo por el lugar y Antonio no estaba, tampoco la chica que le había dado el espectáculo personal, supuse que había preferido recibirlo en un lugar privado, así que en efecto, sí le estaba siendo infiel a mi amiga.
No me preocupe más por ellos. Al final de cuentas quien debía preocuparse era Daniela, ya que ella es quien sería su futura esposa, también reflexioné en no contarle nada, porque lo más probable es que dejara de ser mi amiga y siguiera su relación como si nada. Me dediqué a disfrutar de la noche.
Tuve sexo con mi jefe después de darle un espectáculo de stripper
Me quité la ropa muy sexy para César, motivándolo a querer ver más a solas, pero él parecía un hueso duro de roer. Ni se inmutaba, no importaba qué tanto me esforzase. Desistí en mi intento y me resigné a que nunca iba a poder decir que tuve sexo con mi jefe.
Después de muchas copas y bailes la fiesta terminó a eso de las 3 de la madrugada. Todos se estaban yendo por lo que las chicas del show y yo decidimos irnos también.
Cuando estaba a punto de salir César me cogió por el brazo y en el oído me dijo.
-Tú aún no te vayas, la noche todavía es joven.
Ni siquiera puedo explicar la sensación que tuve en ese momento. Era como una acumulación de energía en mi estomago, que bajaba por mis caderas, desembocando en mi coño, haciendo que por algún motivo se humedeciera.
Todos terminaron de irse y yo muy obediente me quedé en el departamento, esperando probar ese vino añejo que se veía tan seductor.
César me pidió que pasara a su habitación. Allí salvajemente me puso un arnés que me dejaba indefensa y totalmente a su merced. Me empujó sobre la cama, haciendo que quedara con mis nalgas arriba como una perra. En este momento con una de sus manos comenzó a darme nalgadas que me hacían excitarme mucho.
Me tomó por el cabello y me amarró en unas cosas que tenía en su pared. Destapó mi coño y arrodillado frente a mí posó sus maduros labios sobre él. Esa era una experiencia demasiado excitante, por lo que rápidamente me humedecí y no podía parar de gritar de placer.
Tuve sexo con mi jefe y fue el mejor sexo de mi vida
Justo cuando pensé que me iba a correr se detuvo bruscamente, creo que era más excitante para él si me hacía sufrir de esa manera. En este instante me pidió que gritara lo que quería.
-Cógeme, destrózame el culo con tu pene por favor, quiero esa polla bombeando semen dentro de mí. Dije estas y otras obscenidades que ni siquiera sabía que conocía.
Él con una sonrisa malvada me desató de la pared y se acostó en la cama con su pene maduro bien levantado indicándome que comenzara a comérmelo.
Lo introduje en mi boca y estaba delicioso. Mientras lo hacía él me tomó por el cabello y me cogía salvajemente haciendo que mi garganta se atragantara. No dejé que acabara en mi boca, quería hacerlo sentir lo mismo que yo. Por lo cual me detuve y me senté encima de él partiendo su pene con los movimientos de mis caderas.
El hombre gritaba de placer, pidiendo que no me detuviera y eso me excitaba más. Salte y salté sobre él hasta hacer explotar su al mismo tiempo que yo tuve un orgasmo.
Al otro día en el trabajo pensé que habría cierta cercanía por lo sucedido, pero esto nunca pasó. Él siguió siendo mi jefe gruñón y yo su empleada como siempre. Sin embargo, ahora si puedo decir que tuve sexo con mi jefe.