Sexo con mi huésped de verano 

¿Alguna vez tuviste sexo con uno de tus huéspedes? Yo si… Tuve sexo con mi huésped de verano y esa es la historia que les voy a contar hoy. 

Aunque el lugar en el que he vivido toda mi vida, pocas cosas tiene de interesantes, peculiarmente en la época de verano, se convierte en un centro turístico que atrae muchos visitantes. Esta situación ha sido aprovechada por los locales como yo para ganar un dinero extra, pues alquilamos habitaciones, cabañas o pequeños departamentos a las personas que vienen de visita escapando del invierno en su región. 

Soy propietaria de un bungalow y cada año aprovecho la temporada de verano para alquilar una de sus habitaciones a los turistas que se asoman por aquí. Aunque no gano mucho dinero con esto, soy una mujer divorciada, que vive sola, por lo que es un dinero que me ayuda a mantener un estilo de vida decente. Además, me encanta hacerlo porque eso me da la oportunidad de conocer gente nueva cada año y escuchar sus increíbles anécdotas. 

Sin embargo, el destino tenía algo planeado para mí el año pasado y yo sería la protagonista en una de las historias de verano que nunca olvidaría. Terminé teniendo sexo con mi huésped. 

Tuve sexo con mi huésped que venía de Alemania 

 La mayoría de los huéspedes que llegan a mi bungalow no lo hacen por coincidencia, sino gracias a una famosa app que conecta a los viajeros de todo el mundo con residentes locales que renten sus propiedades. 

El año pasado, la aplicación ayudó a que un chico llamado Armin, proveniente de Alemania, me contactara para hospedarse en mi bungalow la temporada de verano. Al ver sus fotos lo primero que noté fue lo increíblemente atractivo que era. Sus ojos azul cielo, piel blanca como la leche, cabello rubio y esa sonrisa perfecta podía enamorar a cualquiera. También era muy alto y su cuerpo musculoso. 

Mediante la app concretamos la fecha en que llegaría a la ciudad y que sería mi huésped por una semana. Yo me esmeraba mucho en atender a los turistas bien, quería tener buenas referencias y que más gente siguiera llegando a mi casa. Por esta razón, los recibía con un desayuno fresco, toallas y sábanas calentitas, dulces y aperitivos locales; y en algunas ocasiones les dejaba una guía impresa con las mejores atracciones de la ciudad. 

Obviamente, este era un trabajo que no podía hacer yo sola, así que contraté a un chico para que trabajara conmigo. Sin embargo, la semana en que Armin vendría mi trabajador enfermó y tuvo que ausentarse por completo. Eso significaba que tendría que hacer el trabajo yo sola por completo. 

Llegó Armin al bungalow y lo recibí como acostumbraba hacerlo con todos. No obstante, al verlo mis piernas literalmente temblaron de emoción porque nunca había visto a un chico así de guapo. 

Yo solo imaginaba cómo sería tener sexo con mi huésped 

Nos presentamos y le enseñé el lugar y su habitación. Unos minutos más tarde fui a la cocina a buscar el desayuno y volví a la habitación a llevárselo. 

La puerta estaba abierta y cuando lo llamé respondió que pasara sin problemas y que estaba tomando sol en el balcón. 

Entré y allí yacía, en el balcón, con su cuerpo radiante, casi desnudo. Me quedé como una tonta hipnotizada al verlo, él se dio cuenta y desvió su mirada para mirarme con una sonrisa pícara en su cara. 

Se levantó y caminó hacia mí, tomó la bandeja de desayuno y rozó mis manos temblorosas. De repente, se acercó a mi oído y con su pésimo español susurró

-No debes estar nerviosa, es solo un cuerpo, el tuyo es más hermoso. 

No conforme con eso selló esa frase con un delicado beso en mi mejilla. Realmente no supe cómo reaccionar. Lo único que hice fue salir corriendo de la habitación. 

Pasaron los días y las insinuaciones de Armin no cesaban. Yo trataba de evitarlo porque quería mantener el profesionalismo en mi negocio. Hasta que la última noche de su estancia me invitó a cenar juntos y yo sabía que inevitablemente sucumbiría a la tentación. 

En un momento de la cena, Armin se acercó a mi rostro, inclinándose a mis labios y haciendo que nuestras bocas chocaran una con la otra. Usó sus labios para abrir mi boca e introducir delicadamente su lengua. Sus manos empezaron a recorrer mi espalda, deslizándose por debajo del vestido ceñido que llevaba, hasta encontrarse con mis tetas.  

Una noche de sexo salvaje con mi huésped Alemán 

Mi mente no podía creer lo que estaba pasando, iba a tener sexo con mi huésped en su última noche en mi bungalow. 

Sexo salvaje con mi huésped de verano Armin me besaba apasionadamente mientras sus manos jugaban rítmicamente con mis tetas. Sus pulgares se sentían deliciosos frotando mis pezones. Bajó los tirantes de mi vestido y bajó de mis labios, hacía las tetas para lamerlas, chuparlas y mordisquearlas. Eso me hizo gemir de placer. 

Nos levantamos de la mesa y fuimos hasta la cama, ya que estuvimos cenando en su habitación. Rasgó mi vestido, exponiendo mi cuerpo. Se puso encima de mí y me besó desde el pecho hasta la cintura y cuando llegó a mi monte de venus me dio un excitante mordisco. 

Usó sus dientes para retirarme las pantis. Miraba lujuriosamente mi vagina, me sentí avergonzada por un momento y puse mi mano sobre ella. Él, como una bestia sedienta de sexo, la retiró bruscamente y de manera salvaje posó su boca sobre mi clítoris. Suelto grandes gemidos. 

De repente, mientras su lengua sigue jugando con mi clítoris, siento cómo usa uno de sus índices para abrirse paso dentro de mi culo. Nunca me habían hecho tal cosa, pero me encantó cómo mi ano palpitaba y me hacía gritar de placer. Mis gemidos se intensifican y en cierto momento no pude evitar soltar mis jugos sobre su rostro por un orgasmo. 

Apasionadamente, se levanta y con fuerza me hace girar sobre la cama, haciéndome quedar en posición de perrito. Separó mis nalgas y metió su pene dentro de mi culo, al principio sentí un dolor intenso, pero poco a poco se fue apaciguando. 

Me toma por mi larga cabellera y me dice que me agarre fuerte porque va a cabalgar sobre mí. Sus embestidas no eran muy rápidas, sin embargo, eran muy profundas. A mitad de su cabalgata me da unas nalgadas y mis gritos de placer lo hicieron excitarse más. Aumentó el ritmo de sus embestidas y pude sentir con tras un gemido expulso toda su lecho dentro de mi culo. 

Tuve el mejor sexo con mi huésped, pero por pendeja solo lo aproveché la última noche de su estancia en mi casa.