Uno de los mejores días de verano que he tenido fue la vez en que el hijo de mi esposo decidió venir a visitarnos. No imaginaba que ese chico podía darme una forma de sexo tan especial. Les voy a contar cómo tuve sexo con mi hijastro en esos días de verano.
Él había avisado que vendría, sin embargo, mi esposo no estaría ese día en casa y yo tenía que salir muy temprano a resolver algunas cosas que tenía pendiente. Así que, la casa estaría sola al momento de su llegada.
Después de hacer las cosas que tenía pendiente, volví a casa y antes de estacionar el auto, vi la scooter de mi hijastro aparcada cerca de la cochera. Entré a la casa y encontré sus cosas en la entrada, por lo que supuse que estaría en su habitación acomodándose. Voy allí para saludarle, pero la puerta estaba entreabierta y pude ver cómo ese hermoso jovencito estaba recostado en la cama, ligeramente cubierto, mirando hacia la ventana. Nunca había tenido ideas sucias con él, pero su cuerpo joven, tonificado y el bulto que se veía entre sus piernas casi me hizo perder la cabeza en aquel momento.
Me sentí abrumada, pero hice lo posible por no hacer ruido y despertarlo. Estaba muy tentada a tomarle la polla y empezar a chuparla, pero no me atreví a hacerlo. Solo pude pararme en la puerta y observarle mientras dormía por un rato.
Me masturbé soñando tener sexo con mi hijastro
Mi coño se puso muy caliente al observar al chico. Él se movió un poco dejando expuesto su enorme pene y eso me puso más caliente. Con mucho cuidado bajé mis pantalones y comencé a masturbarme. Tras unos minutos tuve un orgasmo porque lo que estaba viendo me tenía muy excitada. No pude evitar hacer unos gemidos y el chico se movió bruscamente. Me daba vergüenza que me atrapara en el acto y subí mis pantalones muy rápidamente.
Seguí observándolo y mientras más imaginaba lo que el chico podía hacer dentro de mi vagina, mi coño volvía a humedecerse y mis ganas de follar con él aumentaban.
En un momento el chico se movió y retiró la sabana que le cubría sus partes íntimas y vi cómo su polla comenzó a levantarse poniéndose tiesa debajo de sus bóxer. Me armé de valor y me acerqué para poder observar mejor. Pude ver cómo la punta de su pene se asomaba por el elástico del bóxer, ya que era muy grande.
Aunque mi hijastro todavía estaba con los ojos cerrados, parecía que iba a despertar, por lo que me escondí detrás de la puerta para seguir observándolo.
De repente, el chico usó una de sus manos para hurgar entre su ropa íntima y sacó su enorme pene erecto. Mi baba casi corrió por mi boca. Ahora frotó su mano por su pene, dándose él mismo el placer que yo quería darle.
Seguía con los ojos cerrados y gemía con la polla entre sus manos. La lujuria me hizo dar un paso adelante inconscientemente y él me notó
La primera vez que tuve sexo con mi hijastro
Primero dio un brinco recostado en la cama y se volvió hacia el otro lado para no mirarme. Ambos estábamos avergonzados. Hubo mucho silencio en la habitación. Sin pensar me acerqué lentamente sin dejar de mirarlo.
Él me habló en voz baja “si te gusto fóllame”.
Sin decir nada me acerqué más y me recosté a su lado en la cama. Le acaricié suavemente el rostro y comencé a besar sus labios. Él jadeaba y correspondía a mis caricias.
Bajé mis labios por su cuello. Luego a su pecho hasta bajar a su pelvis. Quería devorar esa polla tan deseada. Retiré los bóxer por completo y besé con delicadeza la punta de su pito.
El chico gemía de placer y de lujuria, su madrastra le estaba lamiendo el pito. Mientras le daba sexo oral mi coño se dilató, me palpitaba y estaba demasiado húmedo. Él lo notó e intercambiamos posiciones, ahora estaba arriba de mí con su cabeza en medio de mis piernas.
Mi hijastro me lamió el coño
Empezó a besarme el monte de venus y morder sutilmente entre mis muslos. Llevó sus labios hasta mi clítoris y lamió de una manera excitante. Metió su lengua dentro de mi vagina, haciendo que mis caderas se retorcieran de placer y que no pudiera evitar que escaparan gemidos de mi boca. Luego posó su lengua en mi ano, provocando una sensación que nunca había sentido dentro de mí, lo que me hizo correrme tras unos segundos.
Después de ese orgasmo, el sexo con mi hijastro no había terminado. Yo también quería darle placer. Me puse en cuatro patas invitándolo a meter su polla dentro de mi vagina.
Se puso detrás de mí y metió su pene en mi coño caliente y húmedo. Con un suave empujón se deslizó por completo dentro de mí.
Mi hijastro gemía con cada embestida que me daba y esos sonidos me pusieron caliente nuevamente. Sus movimientos eran muy habilidosos y después de unos minutos hizo que nos viniéramos los dos. Él embestía cada vez con más fuerza y gemía más y más fuerte. Su semen quedó dentro de mí y goteaba por mis piernas. Mis jugos vaginales quedaron sobre su pelvis como muestra de nuestro acto de pasión.
Luego de tener sexo con mi hijastro nos recostamos abrazados en la cama por un rato sin decir nada. De repente, el chico interrumpió el silencio confesando que siempre entraba a mi habitación para oler mis bragas e imaginar cuándo llegaría el día en que su pene estuviera dentro de mi vagina.
Yo solo me limité a decirle que como su padre ya no quería darme placer, ahora le correspondía a él cumplir con ese papel, ya que no confiaba en más nadie. Era él quien debía complacer a su mami desde ahora en adelante.