Tu polla dura me folla en la oscuridad…

¡Hola! Soy Bárbara, una joven de 25 años con muchas ganas de vivir la vida al máximo. Soy una persona atractiva, pero lo que más me define es mi energía y entusiasmo por todo lo que hago y el sexo. Me encanta probar cosas nuevas, conocer gente interesante y explorar diferentes lugares y culturas. Y amo la polla de mi novio.

Soy muy independiente y me gusta hacer las cosas a mi manera, aunque también disfruto de la compañía de amigos y familiares. Siempre estoy en busca de aventuras y de oportunidades para crecer y aprender. Hoy te contaré lo que viví hace unas semanas. Lo contare como si estuviera en tiempo presente.

Tu polla dura me folla en la oscuridad…

Yo estaba deslizándome por las oscuras, relucientes y brumosas calles. Gotas de sudor caen lentamente por mi cuello y espalda. El calor se apodera de mí y el aire está quieto, la piel pegajosa. Recuesto la cabeza hacia atrás, deseando que termine el viaje, que el conductor llegue a su destino.

Mi cara se sonroja de calor y la parte superior interior de mis muslos está caliente y ligeramente húmeda. El coche se detiene, salgo y me dirijo a grandes zancadas hacia el número 90. Mantengo el dedo en el timbre.

Sigo con el dedo en el timbre y escucho cómo bajas las escaleras y caminas hacia mí al son de una suave música. Abres la puerta y, antes de que pueda separar los labios para hablar, los tuyos los cubren. Tus manos me sujetan la cara con ternura, atrayéndome hacia ti. Me besas en la comisura de los labios y lentamente me das pequeños besos en la cara. Me alejo de ti y tiras ligeramente de mi cinturón. El abrigo se abre y vislumbras mis largas extremidades en tacones de aguja negros, medias negras y ligueros, sujetador negro y bragas.

Tu polla dura me folla en la oscuridad...

Me acerco a ti y te beso suavemente los labios mientras retrocedemos hasta la escalera de atrás. Te empujo hacia el escalón y me pongo a horcajadas sobre ti, apretando mi coño contra tu entrepierna y sintiendo cómo tu polla dura y gruesa se levanta contra mí. La puerta principal se abre lentamente y tu vecino mira desde su teléfono. Me levanto y me susurras: «¿Adónde vas?».

“No puedo hacerlo. Vamos arriba. A la habitación». Te susurro.

Me tapas la boca con la mano

Me tapas la boca con la mano y me aprisionas contra la pared. Alargo la mano para agarrarte y apartarte de mí, asustada por si me ve tu vecino. Con la mano que tienes libre, me agarras bruscamente el muslo y me lo abres todo lo que puedes, mientras yo sigo intentando apartarte.

Siento que me apartas las bragas, que me agarras el coño, pero entonces te impacientas y me las arrancas del cuerpo. Retiras la palma de la mano de mi boca y la pones alrededor de mi garganta, apretando con fuerza. Me abres el coño y me metes la polla hasta el fondo de un solo empujón.

Lo único que puedo hacer es agarrarme a tus hombros y rodear tu espalda con mis piernas mientras me follas y me penetras el coño cada vez con más fuerza. Me muerdes y chupas tan fuerte el cuello que siento que me voy a desmayar y te araño en la oscuridad. Mis ojos revolotean hacia la puerta y veo a tu vecino a través de la oscuridad, de pie, mirando, con la polla en la mano mientras me follas.

Mi respiración se hace cada vez más pesada y fuerte y siento que me mojo cada vez más mientras mi cuerpo se golpea contra la pared, mis tetas sacudiéndose, yo de puntillas, un pequeño charco de mí bajo mis pies. Todo lo que puedo sentir es el calor que sube por mi estómago, por mi pecho. Mi coño se aprieta y palpita contra tu polla mientras te apoderas por completo de todo mi cuerpo. El sudor resbala por tu espalda y entonces llega…

Empiezo a gritar mientras me corro

Empiezo a gritar mientras me corro con tal intensidad que siento que voy a morir y me sacas la polla. Mientras caigo lentamente al suelo, sin fuerzas, me metes la polla aún dura en la boca, follándome la cara hasta que no puedo más, momento en el que, sujetando tu enorme polla, te corres en toda mi cara.

Al cabo de un minuto me coges en brazos con ternura, me llevas a tu cama y nos desplomamos uno al lado del otro. Lo último que oigo antes de quedarme dormida con una sonrisa en los labios es el ruido de unos pasos que se acercan escaleras arriba. Me doy cuenta de que nuestra noche aún no ha terminado.