Soy Sarah, tengo 27 años y me considero una mujer bastante atractiva. Tengo senos de mediano tamaño, un culo redondo y carnoso que queda apretado en mis jeans y unas piernas tonificadas y bronceadas. Y te contaré porqué decidí usar Tinder.
Pero, siempre he creído que mi mayor atractivo son mis ojos y mis labios. Estoy segura de que cualquiera que mirase a mis ojos y a mi boca quisiera que le diera una hermosa mirada, (si sabes a lo que me refiero).
El único problema en mi vida es que tengo meses de soltera y ya mi cuerpo pedía a gritos algo de acción. Realmente ninguno de los hombres que tenía a mí alrededor como opciones eran realmente «opciones», porque ninguno me atraía. Sin embargo, como ya estaba cansada, me instalé Tinder.
¿Qué era lo peor que podía pasar? Pues, al principio no había hecho match con nadie, hasta que un guapísimo Tom se asomó entre mis opciones. Inmediatamente le di Like y esperé a ver qué ocurría.
El chico de Tinder que me hizo muy feliz…
En su foto de perfil veía un hombre alto, musculoso, con el abdomen marcado y sus labios me mataban de la impresión. Estaba pensando en todo ello cuando inmediatamente me escribió por la app de Tinder.
Rápidamente hubo química y concertamos una cita. ¡Pero ojo! Era solo para conocernos y ya. Se supone que ese día no iba a suceder nada más… ¡Qué equivocada estaba!
El gran día llegó y después de algunos días de mensajearnos, decidimos qué era obligatorio subir al siguiente nivel, y fue así como acordamos reunirnos en un bar de moda en el centro de la ciudad.
Me puse un top de color rojo ceñido al cuero combinado con un pantalón de cuerina de tiro alto, unas sandalias que combinaban y algunos accesorios. Dejé mi cabello suelto, el cual acariciaba mis hombros cuando caminaba. Puedo apostar mi vida a que me veía guapísima.
Cuando Tom llegó, me vio sentada en la barra y estoy segura de que se sorprendió de lo guapa que soy en persona, más de lo que era en Tinder. Sin embargo, yo también noté el hecho de que Tom era mucho más atractivo que en sus fotos.
Sentimos que hubo una química inmediata entre ambos, o yo lo sentí, y pasamos toda una hora riendo, tonteando, coqueteando y contándonos sobre nuestras vidas. Todo mientras tomábamos algunos tragos.
Finalmente, como ya era algo tarde, Tom sugirió ir a cenar a un restaurante tailandés que, según él, le encantaba y era realmente bueno. Durante la cena el coqueteo y las miradas intensas continuaron.
Y para cuando llegó el postre, estábamos sentados uno al lado del otro, nuestras manos se tocaban y ya nuestros rostros estaban realmente cerca… Tom me excitaba de una forma inexplicable, y el solo hecho de tenerlo allí tan cerca me volvía loca.
No sabía si era el efecto del alcohol que estaba en mi cuerpo, el ambiente, o lo bien que me había sentido con él estas últimas horas… solamente sabía que quería y anhelaba tener a Tom dentro de mí…
Nos fuimos a mi departamento…
Después de tanto divagar y comernos con la mirada, Tom terminó de pagar la cuenta, y caminamos hacia mi apartamento con la excusa de que me acompañara, ya que además estaba muy cerca.
Cuando llegamos a la puerta los dos nos contemplamos con la mirada, y yo que me rehusaba a que la noche terminara solo allí. Lo invité a pasar.
Una vez dentro, no aguanté más y acercándome a sus suaves labios nos unimos en un apasionado beso. No había notado que entre besos nos despojamos de toda nuestra ropa mientras nos tocábamos y yo inconscientemente me llevaba a Tom a mi recamara…
Tenía tantas ganas de que sucediera que solamente abrí la puerta y empujé a Tom sobre la cama, me subí encima de él y comencé a besarle el cuello y el pecho, todo mientras él buscaba con locura mis nalgas y las apretaba. Él solamente gemía de placer mientras me tocaba por todo mi cuerpo.
La verdad es que yo no podía resistirme más y bajé mi mano por su pantalón, desaté su correa de cuero y me escabullí entre su ropa interior para tomar el pene erecto de Tom.
Comencé a moverla de forma suave de arriba abajo, quería verlo, ver lo suave que era, cómo resaltaban sus venas, lo duro que se veía y cómo se mojaba un poco con el líquido preseminal, era todo un espectáculo. Entonces me acerqué a su oreja y le susurré en el tono más juguetón y sexy que tenía “te deseo dentro de mí”.
Quería que Tom me follara…
Rápidamente Tom se rodó sobre mí para quitarme el cachetero de encaje que tenía, dejando al descubierto mi bien depilada y mojada vagina.
Contempló por unos segundos la imagen y entonces frotó la punta de su pene contra mi clítoris, provocándome una excitación más grande que la que ya tenía. Yo solamente me retorcía de placer y le suplicababa entre gemidos que me penetrara.
Entonces, Tom presionó su miembro en la entrada de mi vagina y lentamente empujó dentro de mí centímetro a centímetro. Mi cuerpo no se opuso y su pene entró completamente hasta hacerme gemir sonoramente.
Esto provocó a Tom aún más, por lo que comenzó un ritmo constante de empujar dentro y fuera de mí, mientras yo enredaba mis piernas alrededor de su cintura, pidiéndole que fuera más rápido y más profundo.
Tom incrementó la velocidad y yo solamente arañaba la espalda de Tom, llegando al clímax y gritando su nombre. Poco después, Tom también llegó, llenándome con su semen caliente mientras yo me gozaba de placer.
Nos derrumbamos uno al lado del otro en un abrazo, completamente saciados. Era el comienzo de una noche muy prometedora. Ya que Tom se quedó esa noche para llenarme de placer varias veces. Pero esas son historias para contar en otra ocasión. ¿Quién iba a decir que Tinder iba a ser tan bueno para mí?