Mi esposo había estado muy ocupado con reuniones de trabajo últimamente, así que me sugirió empezar con alguna actividad que me mantuviera ocupada para no sentir su ausencia. Comencé a pensar en qué invertir mi tiempo, después de todo, todavía no tenía hijos, ya había terminado la universidad y no trabaja… Realmente necesitaba una ocupación. Fue entonces cuando decidí explorar mi gusto por la gastronomía y me inscribí en clases de cocina. Jamás pensé que gracias a esto, terminaría pasando una noche con el marido de mi amiga.
En aquella clase conocí a Mirta, una chica de mi edad, con la que simpaticé de enseguida. Nuestra amistad ascendió de nivel muy rápido, ya que no nos veíamos solo en las clases de cocina; sino que íbamos de compras juntas, al club, al gimnasio e incluso visitábamos nuestras casas para cocinar los platillos que habíamos aprendido.
Por esta razón, su familia me conocía y la mía la conocía a ella y para todos era normal vernos a una en casa de la otra.
Una tarde habíamos planificado reunirnos en su casa para practicar un platillo de pasta que nos habían enseñado en una de las clases de cocina. Ella estaría sola porque su marido llegaría tarde de una reunión de trabajo y su hija estaría en clases de ballet.
Yo fui hasta su casa y todo iba según lo planeado, sin embargo, cuando estábamos a mitad de la receta, Mirta recibió una llamada de la maestra de su hija, diciendo que se había lastimado el tobillo.
Ella se puso muy asustada y me pidió que me quedara en su casa y le avisara a su esposo que estaría en el hospital con la niña.
Nunca pensé en pasar una noche con el marido de mi amiga
Mirta, no llamó directamente a su esposo porque él estaba en una reunión de trabajo muy importante y no quería angustiarlo. Así que yo me quedé en su casa esperándolo mientras terminaba de cocinar.
Pude escucharlo llegar en la puerta principal cuando estaba revolviendo la salsa para la pasta en la cocina. Ese día llevaba un vestido rojo ceñido a mi cuerpo y me veía muy sexy. Cuando entró a la casa me saludo y se sorprendió al verme sola en la cocina. Preguntó por su esposa y le pedí que se sentara para darle las malas noticias.
Inmediatamente, llamó a su esposa para saber el estado de su hija. Se veía frustrado y estresado al mismo tiempo. Le preparé un té rápido y le pedí que se sentara para masajearle los hombros y ayudar a que se relajara.
Afortunadamente, Mirta dijo que la niña estaba bien. El médico ya la había revisado y únicamente había sido una torcedura en el tobillo, nada grave. Por eso le pidió a Richard su esposo, que mantuviera la calma y se quedara en casa esperándolas.
Le ayudé a quitarse el saco y la corbata. Al verlo en camiseta despreocupado, sentí una atracción desconcertante por ese hombre. Hacía mucho tiempo que no tocaba a un hombre, mi esposo siempre estaba trabajando y cuando llegaba a casa estaba muy cansado como para hacer el amor. Por esta razón mis hormonas estaban a estallar.
Quise ayudar y terminé pasando una noche con el marido de mi amiga
Retiré esos pensamientos de mi cabeza y me fui hasta la cocina a terminar la receta de pasta. Sin embargo, pude ver que la polla de Richard se había puesto tiesa, asomándose por el pantalón mientras lo masajeaba.
Él se acercó a la cocina y probó la salsa que estaba haciendo y quedó fascinado con el sabor. En un momento minimizó la distancia entre ambos y me dio un poco de salsa con la cuchara.
-Es tan exquisita como tú, ¿qué otras cosas sabes hacer así de bien?
Sus palabras me hicieron sonrojar. Intenté apartarme, pero él se abalanzó sobre mí. Me plantó y beso en mis labios y con sus brazos me ató por la cintura contra su cuerpo.
Yo siempre he sido muy cachonda, no obstante, jamás había pensado en pasar una noche con el marido de mi amiga. Pero la falta de sexo en mi situación matrimonial me empujó a los brazos de Richard. Sus acciones hicieron humedecer mi vagina y no me resistí a nada de lo que me hizo.
Empezó a besarme suavemente el cuello y usó una de sus manos para hurgar entre mis pantis, colocando con precisión uno de sus dedos en mi clítoris. Eso me hizo jadear y gemir de placer.
Levantó mi vestido, terminó de quitarme las bragas y se agachó para meter su cabeza entre mis piernas. Frotó mi clítoris con su lengua y utilizaba la boca para chuparme los labios de allí abajo. Mis piernas temblaban de placer.
De repente, introdujo uno de sus dedos en mi vagina y me bombeaba vigorosamente. Me subí sobre la encimera para ofrecerle una mejor posición y allí con su lengua hizo que me corriera con un delicioso orgasmo.
Probé el pene del marido de mi amiga
Después de unos segundos disfrutando de mi éxtasis, me puse de pie y rápidamente desabroché sus pantalones para sacar su polla dura y mojada. La tomé con mis manos y lamí el líquido pre seminal que había salido haciéndole saber lo delicioso que estaba.
Empecé a chupar ese pene tan grande y cada vez lo bombeaba con más rapidez dentro de mi boca. Él me tomó por el cabello y me empujaba vigorosamente la cabeza casi haciendo que me atragantara.
En un momento me dijo que me pusiera de pie y me diera la vuelta recostada sobre la encimera. Obedecí y Richard clavo su vara ardiente dentro de mi vagina haciéndome gritar de placer. Él me penetraba rítmicamente y pude sentir cómo estaba a punto de soltar su semen dentro de mí.
Sin embargo, justo antes que Richard alcanzara el orgasmo escuchamos cómo un auto se acercaba a la casa y rápidamente nos separamos y vestimos, sin que él pudiera alcanzar la plenitud deliciosa.
Era Mirta que había llegado con su hija. Fingimos estar hablando preocupados por la salud de la niña. Me despedí de todos y cuando me monté en mi auto recibí un mensaje de texto de Richard indicando una hora y una dirección para terminar lo que empezamos.
Acudí al lugar y sin siquiera decirle a mi marido desaparecí esa noche, pues fue mi primera noche con el marido de mi amiga.