Una tarde de sexo con mi marido 

¿Ustedes no disfrutan de una tarde de sexo con su pareja? Pese a los problemas que podamos estar enfrentando el sexo con mi marido, nunca puede faltar o siquiera está cerca de convertirse en una monotonía. Y hoy les voy a contar como es una tarde de sexo con mi marido. 

Hace unos días, mientras yo estaba en la cocina preparando la cena como siempre pude escucharlo cuando llegó a la puerta principal. Es Óscar, mi esposo, un hombre que ha estado bastante ocupado en los últimos meses por reuniones de trabajo. Por esta razón, yo hacía todo lo posible para que pudiera relajarse al llegar a casa. 

Ese día estuve planificando cómo atenderlo para cuando llegara de la oficina. Escogí un vestido sedoso y muy ceñido, hice su platillo con camarones favorito, use velas aromáticas y puse música romántica para esperarlo. 

Nuestros encuentros íntimos habían sido demasiado mínimos en los últimos meses. Esto era algo frustrante, sobre todo porque apenas nos habíamos casado solo hace 6 meses. Aun así, no estaba dispuesta a dejarme vencer por el trabajo de Óscar. Estaba dispuesta a satisfacerlo esa noche y también a que yo quedara satisfecha. 

Antes del matrimonio éramos una pareja muy cachonda. Hacíamos el amor por todas partes, varías veces al día. Yo quería que las cosas fueran tan fascinantes como lo eran en aquellos días. 

Tuve una tarde de placer y sexo con mi marido después de mucho tiempo 

Óscar entró a la casa, dejó sus cosas sobre la mesa que hay en el recibidor y se dirigió inmediatamente a la cocina para saludarme. 

Me vio con el vestido atrevido que llevaba puesto y sonrió mordiéndose los labios. Yo le solté una mirada y fingiendo estar desinteresada en él le dije “hola”. 

Usó su mirada para recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Me miraba con una especie de asombro y regocijo al mismo tiempo. Yo seguía haciéndome la dificil, así que continué en lo que estaba haciendo, fingiendo que no le prestaba atención. 

Su lujuria había despertado y ya nada podía detenerlo. Se acercó a mí y parándose a mis espaldas me tomó con fuerza apretándome contra su cuerpo, deslizando sus manos por mi vestido hasta encontrarse con mi trasero. Se dio cuenta de que no llevaba ropa interior y eso lo excitó más. 

Me presionó contra su pelvis para que me diera cuenta de que su pito estaba muy tieso y levantado para mí. Seguí con mi actitud desinteresada como si no me importaba lo que estaba pasando. Esto no lo detuvo. Comenzó a plasmar sus besos por mi nuca, llegando hasta el cuello. Me besó los lóbulos de las orejas de una forma muy seductora y con sus manos acariciaba la linea de mi cintura. 

No puede evitar jadear y mi coño se puso demasiado húmedo, palpitando y dilatándose de placer. Él se dio cuenta de mi excitación y traviesamente soltó una carcajada burlándose de mi falso desinterés. Lo único que pude hacer para seguir en marcha con mi plan era contener las ganas locas que tenía de bajar sus pantalones y llevarme su polla a la boca. 

Amo tener sexo con mi marido 

Pude concentrarme lo suficiente en lo que estaba haciendo como para terminar de cocinar. Fue cuando le dije que fuera por nuestro vino favorito. 

Nos sentamos en la mesa, con una luz cálida, música romántica de fondo y las velas aromáticas que había encendido desde temprano. Comimos y hablamos de muchas cosas, tal y como lo hacíamos cuando apenas comenzábamos nuestra relación. 

Terminamos de cenar y recogí los platos de la mesa llevándolos al fregadero. Él vino como los perros lo hacen detrás de una perra en celo detrás de mí y me agarró el trasero salvajemente, presionándome nuevamente contra su pelvis. 

Una tarde de sexo con mi marido Sus labios se posaron en mi nuca, dándome besos que terminaron en mi escote. En un momento se detuvo y se agachó frente a mí, metiendo su cabeza entre mis piernas, por debajo de mi vestido. 

Con su lengua llegó hasta mi vagina y usaba su boca cálida para chuparla con delicadeza. Empujó uno de sus dedos dentro y me hizo jadear de placer, bombeándolo deliciosamente dentro de mí. Al mismo tiempo utilizaba su otra mano para acariciar mis muslos. 

Todavía llevaba los platos que había recogido en la mesa en mis manos y me aferré fuerte a ellos para evitar tirarlos al suelo. Gemía de placer. 

Unos minutos luego se levantó y vi cómo su pene tieso parecía que quería escapar por el cierre de su pantalón. Sentí un impulso y una necesidad de meterlo en mi boca. Asi que salté como una loca encima de él y bajé sus pantalones, sacando ese precioso tesoro que me daba tanto placer. 

Le di sexo oral a mi marido, me comí toda su polla

Su polla estaba latiendo y muy tiesa por mí. En su punta había líquido transparente que demostraba lo excitado que se estaba sintiendo por mí. 

Tomé la cabeza de su pene y empecé a lamer y chuparla tan rápido como podía hacerlo. Él agarró mi cuello y empezó a cogerme vigorosamente por la boca. 

Después de unos minutos me pidió que me pusiera de pie. Obedecí y dejé que me alzara con su fuerza varonil poniéndome sobre la encimera. Separó mis piernas con su pelvis y tomó su pene para meterlo dentro de mi vagina. 

Lo empujó con ritmo una y otra vez. Hasta que juntos alcanzamos esa plenitud tan deliciosa que otorga el orgasmo. Para cerrar con broche de oro unimos nuestros cuerpos lo más que se puede hacer. Juntamos nuestros labios y nos devoramos con unos apasionantes besos. 

Nos fuimos hasta la ducha juntos y allí comenzamos con el juego nuevamente. Estábamos muy complacidos, pero la noche apenas estaba comenzando y ambos queríamos recibir más placer. 

Bajo la regadera, con nuestros cuerpos enjabonados, comenzamos la acción, pero esta vez, su pene haría la visita a un agujero que no visitó en el round anterior.