Mi vida ha sido escenario de distintos amores y aunque me cueste admitirlo, la gran mayoría han ocurrido mientras estoy casada con mi esposo. Sí, señores, he sido infiel durante mi matrimonio y no lo he hecho una sola vez, sino unas cuantas veces. Una de esas ocasiones que recuerdo muy bien fue la vez que fui infiel con mi vecino.
La historia de mis infidelidades comienza con el abandono de mi marido, ya que como no tiene un trabajo estable siempre debe estar viajando a los pueblos vecinos para conseguir algo de dinero.
El tema monetario nunca ha sido problema para mí, pues estoy acostumbrada a trabajar y me siento cómoda con lo que gano y el estilo de vida que tengo. Sin embargo, mi esposo Jonathan para no sentirse “menos” sale a trabajar para tratar de igualar el aporte que yo hago en casa.
Cuando comenzamos hicimos lo posible para comprar una casa en uno de los mejores conjuntos residenciales del pueblo. Cabe acotar que por ser un pueblo, no era la gran cosa, pero vivimos cómodamente rodeados de vecinos con buen estatus social.
Estuvimos tres años viviendo en este lugar, sin ninguna novedad, pero todo comenzó a cambiar, al menos para mí. A mediados de nuestro tercer año aquí, pusieron en venta la casa al costado de la nuestra y tras un par de meses fue vendida, pero nadie vino a vivir en ella. En su lugar llegaron muchos trabajadores a realizar labores de construcción y remodelación. Hasta que unas semanas después, llegó quien se mudaría a la casa.
Solo fui infiel con mi vecino una noche
Al principio pensé que se mudaría una familia, pero luego me doy cuenta de que la única persona que viviría allí, sería un apuesto hombre.
El día que lo vi por primera vez quedé flechada. Era un hombre de unos 1,80 cm, entre 40 a 45 años, trigueño, cabello negro, musculoso y con una barba que lo hacía mucho más atractivo. De hecho, creo que la conexión fue inmediata entre ambos, pude notarlo por la forma en que me miró y me apretó la mano al presentarnos.
Luego de este primer encuentro hice todo lo posible porque nuestros caminos se cruzaran más seguido. Por ejemplo, casualmente salía a limpiar el frente de mi casa cada vez que él estaba afuera, iba a pasear a mis perros o incluso salía a regar las plantas de mi jardín. Me sentía como una adolescente, buscando excusas para toparse con el chico que le gusta.
Tras cada encuentro podía afirmar que él también se sentía atraído por mí, pues pese a que sabía que estaba casada y que ya conocía a mi esposo, me piropeaba y me tocaba coquetamente.
Un día nos encontramos camino hacia la tienda y en medio de una conversación me dijo: “Si yo fuera tu esposo aprovecharía cada minuto para devorarte y no te dejaría sola”
No puede evitar sonrojarme porque era la primera vez que me decía algo tan directamente. Y sin pensarlo respondí: “No solo mi esposo no me sabe aprovechar, tengo un vecino que también está desperdiciando cada minuto”
Se quedó helado por unos minutos, luego me soltó una carcajada un poco tímida y acercándose a mi oído me susurró: “Es cuestión de que se escape vecina, la puerta de mi casa se quedará abierta hoy a las 11 pm para usted”.
Mi vecino me invitó a coger a su casa
Al escuchar aquellas palabras inevitablemente una corriente invadió todo mi cuerpo, mis vellos se erizaron y el coño empezó a dilatarse y a humedecerse.
Estuve preparándome toda la tarde. Me depilé cada centímetro de mi cuerpo, me exfolié, apliqué un montón de cremas, lociones y colonias. Además busqué mi mejor y más sexy lencería. No podía dejar de aprovechar la oportunidad que estaba esperando desde hace tanto tiempo.
Al caer la noche dormí a los niños y le pedí de favor a mi hermana que viniera a cuidarlos mientras yo no estaba. También llamé a mi esposo para verificar que todavía no volvería de su viaje a casa.
Todo estaba perfecto, solo tendría que esperar que llegara el momento especificado para ir a devorar a ese hombre que me traía loca y que me haría decir que fui infiel con vecino una vez en mi matrimonio.
Cuando el reloj marcó las 11 pm, salí disparada a la casa de mi vecino y tal como lo había dicho la puerta estaba abierta. Todo estaba a oscuras porque le había mencionado que apagara todas las luces de afuera para que nadie pudiera reconocerme.
Entre sigilosamente y cuando menos me lo esperaba sus manos me tomaron por el cuello arrastrándome sin mediar palabras hasta su boca. Nos besamos apasionadamente y aunque por la oscuridad todavía no podía verlo, recorrí con mis manos su cuerpo para sentir cada centímetro de este.
Fui infiel con mi vecino y no me arrepiento
Sí, esa noche fui infiel con mi vecino y no tengo remordimientos por eso. De hecho, me dio la mejor cogida de mi vida.
Me recostó en su cama y se subió arriba de mí, acariciando con sus labios mi vientre, bajando hasta el monte de venus, posándolos en mi jugoso coño. Enterró su rostro contra mi clítoris, provocando en mí gemidos que ni yo misma había escuchado antes. Lo lamió y chupo hasta que me hizo explotar en un orgasmo.
Cabe destacar que con mi esposo solo puedo lograr un orgasmo, luego de esto, todas mis ganas de sexo se desvanecen. Pero cuando fui infiel con mi vecino, aunque tuve un orgasmo muy rápido todas mis ganas estaban intactas, ¡yo quería más!
Como loca bajé sus bóxer y saqué su polla que estaba muy tiesa. Comencé a devorarla como si fuera un helado y él gritaba de placer. Antes de que acabara me subí sobre él introduciendo ese anhelado pene en mi vagina y empecé a galopar como si fuera un jinete.
Mi vecino me acariciaba las tetas con una mano y con la otra sutilmente presionaba mi clítoris y como si de un coro se tratase, los dos gritábamos de placer.
Terminamos en un orgasmo, pero esta vez juntos y después de besarnos muy tiernamente tuve que volver a mi casa.
A la siguiente noche pensé que la puerta volvería a estar abierta para mí, así que me preparé, pero cuando estaba a punto de salir me di cuenta de que esta vez la puerta estaba abierta a la espera de otra de mis vecinas.