¿Te imaginas terminar teniendo sexo salvaje cuando menos te lo esperas?
Llevo mucho tiempo buscando un lugar donde mudarme, pero simplemente hay algún hechizo que me impide encontrar un sitio adecuado.
Cada vez que creo haber encontrado un lugar, sucede algo que lo arrebata de mí. Sin embargo, esta vez parece que todo marchará bien. Encontré un lugar cerca de mi trabajo, los datos estaban en un panfleto pegado a la pared de una tienda en la que suelo pasar todos los días cuando voy al trabajo.
Por supuesto, estoy un poco nerviosa, he tenido tantos fracasos en mi búsqueda que no tengo esperanzas de que me dejen el apartamento. Llamé al número indicado en el panfleto y respondió un chico, no parece ser muy mayor por el tono de su voz.
Contesté todas las preguntas que me hizo y logré convencerlo de que me permitiera ir a ver el sitio esta tarde.
Me llenó de curiosidad saber cómo se veía aquel hombre, si su físico correspondía a su voz, entonces seguramente era muy atractivo.
La búsqueda de apartamento llegó a su fin… Pero yo solo pensaba en sexo salvaje
Me puse en marcha a la dirección del apartamento y procuré llegar unos minutos antes de lo pautado, para no permitir que nada me arrebatara la oportunidad esta vez.
Al tocar el timbre, un chico joven, alto, con figura atlética y rostro perfilado, me abrió la puerta. Escuché su “Buenas tardes” y supe de inmediato que era la persona con la que había hablado por teléfono.
¿Quién estaría pensando en sexo salvaje en ese momento? Al menos yo no… Pero mi vagina sí. Inmediatamente, lo vi, me vino a la mente el hecho de que nunca he follado con un chico de mi edad tan apuesto.
Entré al departamento y recibí un tour guiado por el joven. Sin embargo, no me pude concentrar en nada más que su figura atlética, su sonrisa perfecta y su tono de voz excitante.
Él se dio cuenta de mi admiración hacia su físico y en medio de las conversaciones me soltaba una que otra sonrisa llena de picardía. Eso me hizo sonrojar, mis ojos se habían ocupado tanto observándolo que él se había dado cuenta.
Hasta ahora no había tenido interés en tener sexo salvaje con chicos de mi edad (siempre me han gustado mayores). Pero, esta vez, estaba pensando seriamente en lo delicioso que sería ser follada por este chico.
El tour por el departamento termina en sexo salvaje
El joven me estaba dando un tour por el departamento, contándome de los perfectos y desperfectos que había en cada rincón. En un momento, mientras estábamos en una habitación, se soltó una pulsera que llevaba en mi mano y me agaché para recogerla.
Con toda intención puse el culo apuntando hacia él para motivarlo un poco y tardé más de lo normal recogiendo la pulsera. Balanceé mis caderas un poco y el chico sorpresivamente tomó una de mis nalgas con su enorme mano y la apretaba.
Me levanté, di la vuelta para quedar frente a frente con él y palpé el bulto entre sus piernas, que había crecido considerablemente.
- Estás jugando conmigo y estoy dispuesto a jugar también. Me dijo con su tono seductor.
Bajé su cremallera y lentamente me arrodillé a sus pies. No sé por qué, pero solo pensaba en sexo salvaje.
Saqué su polla y sus bolas de su ropa interior. Con mi mano experta masajeé sus genitales.
Él me dejó hacerlo y ni siquiera reprimió un gemido que salía de su pecho. Al parecer mi mano suave y masajeadora estaba siendo demasiado buena para él.
Nunca había visto antes a este hombre, pero aun así, sin titubeos, llevé su polla a mi boca para probarla. Deslicé mi lengua húmeda a lo largo de su eje, luego chupé con fuerza para brindarle mucho placer.
Él cedió a lo que estaba sintiendo. Empujó su pelvis contra mí y guardó en lo más profundo de mi garganta la punta de su pene. Pensé que se correría en cualquier momento.
Terminé teniendo sexo salvaje con mi arrendador y lo convencí de que me diera el apartamento
Solo fueron suficientes un par de movimientos más de mi mandíbula para succionar el jugo producido en sus bolas. Él lanzó su semen contra mi paladar. Sentí su sabor en mi boca y la excitación fue tal que mi vagina estaba completamente húmeda.
Me levanté, acerqué mi rostro al suyo, puse mi cuerpo al roce con el suyo y me abalancé sobre su boca. Nos besamos apasionadamente, mientras mirábamos profundamente a nuestros ojos.
Estábamos embriagados de lujuria, él me sujetaba con fuerza entre sus garras y pensamientos de sexo salvaje no salían de mi cabeza.
Me lanzó sobre la cama que había en la habitación y nos desvestimos como un par de locos. Acomodada en cuatro patas, disfruté mientras era follada salvajemente por este desconocido. Su polla entraba y salía a un ritmo muy acelerado de mí.
Puse la cara contra el colchón para que el agujero de mi vagina quedara expuesto hasta la profundidad. El chico continuó haciendo lo suyo y para tomar mayor impulso sostuvo mis nalgas entre sus manos.
Mis gemidos eran demasiado fuertes, imagino que los vecinos estarían pegados a la pared, ansiosos de unirse a nuestra reunión.
No pasaron muchos minutos hasta que me corrí. Las embestidas de este hombre llegan al punto exacto de mi pared vaginal. Era inevitable que llegara al clímax tan rápido.
Froté mi clítoris para aumentar el placer y mantuve mi posición esperando a que él expulsara su semen por segunda vez dentro de mí.
Así lo hizo y puede sentir su líquido caliente llenando mi vagina, escurriendo por una de mis piernas. Esa clase de sexo salvaje no la había tenido antes y me había encantado.
De este modo fue como conseguí apartamento luego de una larga búsqueda. Lo mejor es que cada vez que el chico viene a cobrar la renta lo hace de una forma especial.